Un fin de semana en Tignes y Val d'Isère - Nuestra Experiencia en los Alpes Franceses
Publicada:
22 ene 2025
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Contenido
1 Día 1: Copa del Mundo y esquí de travesía
2 Día 2: Nieve fresca y fiesta en La Folie Douce
3 Día 3: Tignes y la Grand Motte: en el corazón de los Alpes
4 Un fin de semana para recordar en los Alpes
Hay fines de semana que se recuerdan toda la vida. A veces por una gran nevada, otras por una bajada épica… y luego hay aquellos que tienen un poco de todo. Hoy queremos contaros la aventura que vivimos hace unos días en los Alpes franceses, concretamente en Val d’Isère y Tignes, dos de los dominios esquiables más emblemáticos de los Alpes franceses.
Además, coincidimos con una prueba de la Copa del Mundo donde Joan Verdú logró el primer podio de su carrera el año pasado, así que el ambiente no podía ser más épico.
Día 1: Copa del Mundo y esquí de travesía
Al llegar el viernes por la noche, ya sentíamos ese ambiente cargado de energía y emoción que solo se vive en un fin de semana de competición. El sábado, muy temprano, con el cielo ligeramente cubierto y el termómetro rondando los -7 °C, nos daban la bienvenida mientras nos preparábamos para disfrutar de la primera ronda de la competición.
Si nunca habéis vivido una prueba de la Copa del Mundo, imaginaros un pueblo volcado completamente en el esquí: banderas, música y un speaker que no para de animar a la gente. ¡Un ambiente increíble!
Entre la primera y la segunda ronda (que no comenzaba hasta las 13 h) aprovechamos para hacer una salida de esquí de travesía por el valle. Con la nevada reciente, la nieve polvo era irresistible. Nos pusimos las pieles de foca y ¡hacia arriba! Qué placer poder alejarnos de las pistas y disfrutar de esos rincones idílicos a los que solo se llega con esquís de montaña. Un par de giros entre árboles y nieve virgen, y ya volvíamos con la adrenalina a tope para ver la segunda ronda de la competición, en la que Joan Verdú quedó séptimo, aún y teniendo por delante nombres tan grandes como Marco Odermatt, Lucas Piñeiro o Henrik Kristoffersen.
Por la tarde, dimos una vuelta por Val d’Isère, un pueblo que parece sacado de una película navideña: calles nevadas, luces por todas partes y tiendas de marcas de lujo en cada esquina. Para cenar, tocaba fondue savoyarde y raclette, dos de los platos típicos de los Alpes franceses que nos hicieron olvidar el frío exterior y nos dejaron bien satisfechos.
Día 2: Nieve fresca y fiesta en La Folie Douce
El día amanece y sigue nevando. Sí, exactamente lo que deseamos cuando queremos nieve polvo para un buen fuera de pista. Aprovechamos la jornada para descubrir el dominio de Val d’Isère, que juntamente con Tignes ofrece más de 300 km de pistas y 90 remontes. Es un lugar pionero en esto del esquí: aquí en el 1930 ya se realizaban pruebas de esquí y la estación tiene una reputación impecable gracias a la calidad de la nieve y su encanto alpino.
Después de varias horas exprimiendo los remontes y con las piernas ya pidiendo clemencia, nos dirigimos hacia La Folie Douce, el après-ski más famoso de la zona. A 2.400 metros de altitud, justo en el telecabina de La Daille, se da un espectáculo constante de música y baile bajo el cielo abierto, rodeados de cumbres nevadas. Es una de esas fiestas que empieza a media mañana y se alarga hasta que se nos acaban las fuerzas (¡o hasta que cierran los remontes!).
Día 3: Tignes y la Grand Motte: en el corazón de los Alpes
Tercer día, y era el turno de Tignes, donde nos esperaba la cima de La Grand Motte (3.748 m), el punto más alto de todo el dominio esquiable. El día amanece con un cielo azul que nos regala una visibilidad espectacular. Muy temprano tomamos el telecabina subterráneo que nos lleva hasta la base del glaciar de la Grand Motte y, desde allí, cogemos el teleférico que nos deja casi en la cima. Las vistas son épicas: podemos ver el Mont Blanc y todo un mar de montañas increíbles que se extiende más allá del horizonte.
La zona de la Grand Motte es un glaciar con pistas anchas, largas y con un desnivel importante. Es una de esas esquiadas que no olvidas fácilmente. Nos detuvimos a comer en el restaurante Panoramic, donde brindamos con una buena cerveza con los Alpes de fondo y la sensación de estar en un lugar privilegiado.
Al final de la jornada, paseamos por el pueblo de Tignes, fácilmente reconocible por su lago (visible desde cualquier punto de la estación). La gran oferta de tiendas, bares y restaurantes hacen que también sea un lugar ideal para relajarnos después de esquiar.
Un fin de semana para recordar en los Alpes
Volver a casa después de un fin de semana así siempre te deja con las pilas cargadas (y con ganas de volver lo antes posible). Val d’Isère y Tignes nos han regalado tres días de nieve polvo, pistas infinitas y un ambiente único gracias a la Copa del Mundo.
Si estáis pensando en una escapada a la nieve, no lo dudéis: Val d’Isère y Tignes lo tienen todo para hacer de vuestras vacaciones una experiencia inolvidable. Desde el esquí más exigente hasta el après-ski más loco, todo coronado por pueblos con encanto y una gastronomía de montaña que reconforta alma y cuerpo.
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